viernes, 24 de mayo de 2013

Fin de temporada




¡Ay, que ha terminado The Big C! Qué lástima…y qué bien les ha salido esta última temporada (y lo que me he hinchado a llorar, pero de cariño verdadero). Para terminar la serie han decidido hacer menos capítulos, pero de más duración, y narrar de forma más sosegada y atando cabos. Os la recomiendo totalmente. Ha tenido 4 temporadas, así que  perfect para verlas seguidas. No tiene género claro: no es comedia, no es drama, no es acción, no es fantasía. Es una serie sobre la C mayúscula: vamos, el Cáncer. Que es lo que la detectan a la protagonista al comenzar la serie, una fantástica Laura Linney (sí, la enamorada de Carl en Love actually). Tiene momentos muy cómicos, aparece Luther (by the way), personajes muy auténticos…y bueno, también hay momentos muy tristes. Pero creo que hace visible esto que antes se llamaba “una larga enfermedad”, y lo hace con mucha naturalidad. La tenéis que ver.


Algo similar es Enlightened, otra serie fantástica que os recomiendo. Esta ha terminado este año también, y solo ha tenido dos temporadas, pero tiene un aire mayor de serie independiente y de autor. Os sitúo. Una trabajadora de una gran compañía –ya sabéis, estupendísima, y dentro del sistema de las coorporaciones– a la da un chungo, también conocido como crisis nerviosa, y la mandan a Hawái a rehabilitación. Y es aquí, nadando entre tortugas, aprendiendo a respirar…cuando es “iluminada”, un poco 15M pero de manera individual, y a la vuelta quiere cambiar las cosas…y la compañía. Y a partir de aquí, la serie. Me ha gustado mucho y me ha resultado original y refrescante. El desarrollo es principalmente a través de reflexiones internas a los Proust, pero no resulta aburrido. Para que os hagáis una idea, os dejo el cartel, con la cara de la "tranquilidad"... 




Y es que esta semana, bueno, este mes, están terminando un montón de series. Esta semana, por ejemplo, se ha terminado Bates Motel, de la que ya hemos hablado, y The middle.

Con The Middle es que te partes  y, sobre todo,  tiene unos personajes muy entrañables. Es una comedia de una familia white trush in the middle of nowhere, vamos, en el medio de USA, el equivalente a nuestro "la España profunda". Y además el niño “chalado” es igualito a otro de mis primos. (Jo, vaya con los Ávila, somos tantos que en todas las series sale alguien que me recuerda a alguno. Qué cosas…)

Y recordando series de la América profunda os recomiendo dos del mismo creador, Greg García, que si no las habéis visto aun, vamos, corred a verlas una tarde que queráis echar unas lagrimillas, pero de risas. Son también de lo que despectivamente se llama white trush, pero estas son más…exageradas. El esperpento es total y en él reside su encanto. Son My name is Earl, la más antigua, y Raising Hope, la más reciente. Hasta el argumento es difícil de explicar por inverosímil...uff, seguid el link y lo leéis con detalle, o mejor, ¡las veis a lo loco!

¡Vamos, a reír este fin de semana!

lunes, 20 de mayo de 2013

El gran Gatsby y el teatro Tuschinski de Ámsterdam



Pues no estoy muy segura de recomendaros El gran Gatsby, porque ni siquiera sé si me ha gustado. Ha sido muy Baz Luhrmann, vamos, Moulin Rouge total. Bueno, han faltado las canciones, que mira, hay momentos en los que se habrían agradecido. 

Tiene un primer momento bastante demencial y movido, que, como en Mouling Rouge, tienes que cerrar los ojos a ratos para quitarte el mareo. En cambio, la última mitad, dramón dramón a lo Madame Butterfly, uff, que aquí la vida no es tragicomedia, ya os aviso (me estoy empezando a preocupar por el director, pobre hombre...).

Mensaje tiene, claro, y algún momento destacable también (normal, es una adaptación). Pero es que tiene tan poco de original, hasta dentro de su producción, que ya os digo que no sé qué pensar...

Ahora bien, la época muy interesante, claro. Qué despilfarro y cuanto lujo, y cuanta indiferencia por parte de los ricos...que son malvados malvados y bastante insensibles. Pero desde el punto de vista estético ¡que obras de arte tan interesantes!, ¡que decoración tan refinada!...¡Y los vestidos estupendísismos!

Pensé, desde luego, que lo ideal sería verla en el  teatro Tuschinski de Amsterdam. Es un magnífico edificio construido en 1921 en estilo art decó (mayoritariamente) y que conserva su función original  ¡Esto si que es una obra de arte total!

Tiene un auditorio principal espectacular─que fue donde vi el Señor de los Anillos en la Nochebuena de 2002 ¿o fue el Pianista?─, y varias salas secundarias. Pero ya os digo que desde que pisas la alfombra del vestíbulo es que alucinas, no sabes muy bien donde mirar...puede que te marees también un principio de tanto color y tanto exotismo, pero es una experiencia fantástica. Te lo pasas fenomenal, esto sí que es ofrecer un valor añadido (porque por más que se empeñen un teatro antiguo reutilizado como tienda de ropa... no, no mola). Así sí que voy al cine. Os pongo la foto del interior, a ver que os parece. No es mía  claro, porque aunque ahora parezca imposible...no siempre tuvimos smartphone para grabar cada pasito que dábamos ;)



Y no quiero terminar sin deciros que me temo, en algunas cadenas por lo menos, lo peor para este otoño, porque he visto el avance de cada pestiño que tela...es más, he visto esta propuesta de SNL que, aun siendo de broma, me ha parecido mejor idea, ja,ja,espero que os guste tanto como a mi (con la Wiig es que me parto).

Y como estábamos repasando las mejores cabeceras de las series, y entre ellas se ha hecho un huequito la de Sexo en Nueva York, me he acordado de una escena mítica ya de The Newsroom. Esto sí que es la vida de una soltera del siglo XXI en Nueva York....o en Madrid, o donde sea, que no nos vendan la pelota.

Ay, una serie magnífica que estamos deseando que vuelva, ¿no? Aunque parece que este años nos toca esperar hasta julio. Y con esto y un bizcocho ahora sí que si que sí.

         




domingo, 12 de mayo de 2013

Y las ganadoras son...


Gracias a todos por compartir conmigo vuestras cabeceras favoritas, y para aquellos que no me las habéis dicho, pero las habéis pensado, ¡gracias también! Que como con los pecados también se participa de mente...así que allí va, los más votados son:

La cabecera de The Big Bang Theory, ¡hay que ver que panda de frikis que somos! No os puedo más que dar la razón, es muy buena (como toda la serie, que me encanta), y sobre todo cortita, algo fundamental para verla sin pasarla hacia delante capítulo tras capítulo. Creo que solo la puede superar la cabecera-secuencia de Los Simpsons que espero que la pongan en todos los coles, porque vamos, no se puede decir más y mejor en minuto y medio. Os la pongo también. ¿Cual os gusta más?













Otra cabecera muy votada es la mítica entrada de Sex and the City, ¡cuantas veces la hemos visto! Seguro que si contamos las repeticiones, llegamos a mil. Yo por lo menos. No es especialmente artística, pero la identifica bastante bien, sobre todo los primeros capítulos. Aunque luego fue una serie coral, algo especial tiene esta cancioncilla que se quedó, ¿o no?. (Aviso, a todos los que no la veis en un tiempo vais a alucinar de lo joven que está SJP).






Una de mis favoritas, de las que me habéis recomendado, es la de Mad Men. ¿Qué vamos a decir de esta serie?, si es que es estupenda. Y claro, está tan bien pensada, al detalle, que también la entrada...que no se si será también el principio del fin...ahí lo dejo (que angustia...).





Nos apuntáis también la de Downton Abbey, como se nota que la echamos de menos. Y nada, a esperar hasta septiembre, nos conformaremos con ver la cabecera (que elegancia...).







Y para terminar la cabecera de House, que tantos años os ha acompañado (es que yo dejé de verla, ups), que es muy interesante, pero me da la sensación de que si se hiciera ahora tendría más marcha y otros efectos, claro. Y Diana nos recuerda la de los Fraggle Rock, ¡madre mía! Que además empieza con un plano que usaba mucho el Rey en los discursos de Navidad, donde la cámara entraba por la ventana, me parto. Estos si que son recuerdos de la infancia...aunque me ha sorprendido que Diana no escogiera la de Heidi, pero mira, esta tiene más ritmo.

 ¡Hasta la semana que viene!








domingo, 5 de mayo de 2013

Mi Museo Imaginante: La joven de la perla




Tras pasar unos días «arriñonada» de atrochar por cuestas inverosímiles, el paisaje castellano me ha traído a la mente la segunda obra de mi Museo Imaginante: La joven de la perla.

Y es que a veces pienso como los «mesetiles» o «meseteños» no hemos desarrollado más el paisaje de tipo holandés, ¡si es que nos pega!. Porque en nuestros cuadros visuales el cielo también ocupa, al menos, dos tercios de la vista, y las nubes flotan juguetonas, como adornos de una obra de arte.  Habríamos sido entonces los antecedentes del arte moderno...¡pero qué se le va a hacer!

Si bien la ciudad de origen no es mucho más que una anécdota en nuestra vida -una casualidad-, el paisaje que te rodea durante los primeros años sí que creo que deja una honda impresión, marcando el carácter. Si dicen que somos lo que comemos, no menos lo que vemos, lo que nos rodea.

Y para mí, como para otros muchos, este paisaje es la meseta: inmensa, sempiterna perspectiva de ocres y verdes...y cielo, mucho cielo, y nubes esponjosas de mil formas. Puede resultar desangelado porque nada te abraza ni te cobija; te encuentras expuesto por completo ante un mar de tierra rojiza. Pero también es el paisaje de la mirada lejana, del infinito; y del vacío absoluto, meditativo. 

Y en estas andaba yo cuando pensé si no era esa la razón de que me resultaran tan familiares las llanuras neerlandesas. Con otras textura y reflejos, pero en el fondo tan iguales: una pequeña lengua de tierra que no termina...y cielo, mucho cielo; y nubes, muchas nubes. Y de aquí me fui a recordar los mejores paisajes. Y después las Marinas. Recordé tantos paseos por tantos Museos...y me vi llegando a los pies de la Joven. De la perla. De Vermeer, claro.

Os digo desde ya que era y soy fan de Johannes, y conocer sus obras era como conocer a cualquier famoso, pero sin gritar (por disimular, que estamos en un museo...). Aunque conocía la mayoría de los cuadros por foto, la verdad es que no se correspondieron mucho: mis favoritos no lo fueron tanto, y otros, que en reproducción pasan más desapercibidos, resultaron ser espectaculares.

Pues esto me pasó con La joven de la perla que me parecía una más, y que, como La muerte de Marat, me la encontré de sorpresa: esta vez, en el Mauritshuis de La Haya (que ya a la ciudad me costó tiempo ir, vamos, en concreto lo que tardé en descubrir que en neerlandés La Haya es Den Haag. Uf, por fin sabía que tren coger...).

El Mauritshuis es un lugar muy interesante con una ubicación de ensueño (como tantas veces pasa en las ciudades de Los Países Bajos, que tienen rincones tan bonitos que te parecen de mentira). Es un museo excepcional de los que me gustan a mí: pocas obras, pero muy muy escogidas. Perfecto. Porque terminar con «museitis» por ver obras secundarias...uf, que pereza.

Aquí no, aquí tienen solo obras excepcionales. Pero una tras otra: Rembrandt; Fran Hals; Potter (el Potter que ya conocemos, ¿eh?)...y de repente, ahí, como en un pasillo, al subir una escalera...La joven de la perla mirándote misteriosamente...

Y es que es una obra magnífica, muy moderna. De hecho, no me pareció un retrato, sino un bodegón...humano. Es un lienzo muy calmado, de pocos colores pero bien escogidos, con un halo de misterio fantástico. Ya os digo que en principio no era ni de mis favoritas de Vermeer...y sin embargo no podía dejar de mirarla. 

Porque no es que te hable: de hecho, todo el cuadro destila silencio, recogimiento. Pero sientes también que se comunica contigo, casi por telepatía. 

Espero que a nadie le de un «jama» cuando lea esto, pero es lo que esperaba que me pasara con La Gioconda...si hubiera sido una obra excelente, que no me lo pareció. Y en cambio esta joven te absorbe por completo en su mundo de reflexión.

Y es un bodegón porque lo más importante, la esencia del cuadro, es esa gota de blanco del pendiente, punto fundamental de la composición. El blanco, solo un color, síntesis de la modernidad; protagonista disimulado de la pintura. Que asombroso que una sola pincelada sea tan determinante...De nuevo impresionada por el carácter contenido y la poética silenciosa del arte holandés.

Ahora La Joven...está «on tour», visitando Japón. Siempre nos da cierta angustia que pinturas tan importantes anden viajando por el mundo. Aunque seguro que los japoneses saben disfrutar de esta gran obra de arte como si fuera un haiku en óleo. ¡Tratadla bien!.